Invitado por un recluso
a su solitaria celda
escapé de su invitación
por unas décimas de fiebre,
en su lugar me quedé
viendo la tele-basura
por miedo a que alguien
conocido pudiera verme.
Todavía no entiendo
como puedo sobrevivir
con una sonrisa ridícula.
Todavía no entiendo
el porqué de mi renuncia
a llenar aquella tarde
de aquel pobre hombre
que a la mañana siguiente…
murió de soledad.
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